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Ruido en la Corte

Ruido en la Corte

Notas

La caída de Ricardo Lorenzetti como presidente de la Corte Suprema abrió un escenario político inédito en el cuarto piso del Palacio de Tribunales. Hasta ese momento, la Corte siempre tuvo mayorías previsibles y también era previsible su relación con la Casa Rosada. Ese esquema de poder cambió con la designación de Carlos Rozenkrantz y ya no hay indicios políticos que permitan predecir la conformación de las mayorías frente a causas judiciales que interesan al Poder Ejecutivo.

Rozenkrantz debe su presidencia a la decisión política de Horacio Rosatti, que se hartó de la muñeca de Lorenzetti y junto fuerzas con Elisa Carrió. Esta diputada considera que Lorenzetti es un magistrado corrupto y que debería ser eyectado del alto tribunal. Carrió es paciente y sabe que los procesos políticos son largos y complejos, por eso festejó el desplazamiento de Lorenzetti de la Presidencia y ahora profundiza su estocada para obtener su renuncia como miembro de la Corte Suprema.

Rozenkrantz tuvo una militancia fugaz cerca de Raúl Alfonsín –fue su asesor en la Convención Constituyente de 1994–, después abandonó la política partidaria y finalmente se dedicó a la práctica del derecho y a la academia. Trabajo para el Grupo Clarín, enseñó en Yale y fue rector en la Universidad de San Andrés. Rozenkrantz sabe poco del arte de la política y sus movimientos son bruscos para la inercia de poder que predomina en la Corte. En este cuerpo colegiado, el conocimiento de la política es tan necesario como haber leído a Hans Kelsen.

A diferencia del presidente del alto tribunal, Juan Carlos Maqueda, Rosatti y Lorenzetti consideran a la política como una variable básica en el funcionamiento de la Corte, y su interpretación de la justicia siempre estará matizada por la coyuntura y la correlación de fuerzas en la sociedad. Esto no implica que Maqueda, Rosatti y Lorenzetti no se ajusten a derecho, sino que aplicaran la norma otorgando un peso importante al contexto político que interactuará con la futura decisión jurisprudencial.

En este contexto, el gobierno espera que Elena Highton de Nolasco y Rozenkrantz actúen en tándem y que Maqueda, Rossatti y Lorenzetti se sumen a ese bloque acorde a sus perspectivas sobre la coyuntura política. Como nunca sucedió en la historia de la actual democracia, podría ocurrir que la Corte Suprema falle una y otra vez en contra de los intereses del Poder Ejecutivo. Y el gobierno, pese a sus operadores judiciales, no tendría chance de bloquear ese ejercicio de poder.

Un hecho político inédito desde que Raúl Alfonsín llegó a la Casa Rosada.

Lorenzetti, Highton de Nolasco, Rozenkrantz, Maqueda, Rosatti: cada uno en su juego de poder