Martín Guzmán considera -con razón institucional- que el Staff Agreement con el Fondo Monetario Internacional debe tener un apoyo explícito del Parlamento. El ministro de Economía desea que los diputados y senadores apoyen los términos de su negociación con el FMI, asumiendo que el programa pactado excede al tiempo de mandato presidencial de Alberto Fernández.

De esa manera, sostiene Guzmán, el acuerdo con el Fondo estaría garantizado por el actual Gobierno y una eventual administración de Juntos por el Cambio.

La premisa de Guzmán es válida, pero tiene un problema coyuntural: La Cámpora está en contra del acuerdo y la oposición no quiere votar una ley del FMI que implique un apoyo directo al plan cerrado por Balcarce 50 y Kristalina Georgieva.

En este contexto, el ministró será sometido a una prueba de caracter político. Sergio Massa, titular de la Cámara de Diputados, se comprometió con Alberto Fernández. Le juró al Presidente que logrará la media sanción de la Ley FMI, y que el respaldo será amplio y generoso.

Ese juramento sólo se puede coronar sacrificando la opinión de Guzmán. El ministro señaló que la Ley FMI es una pieza única y que no puede excluir sus anexos técnicos y programáticos. Massa piensa que esa opinión lleva al fracaso político del Gobierno y al default con el FMI.

Alberto Fernández avaló el pensamiento de Massa, y Guzmán no tendrá otro camino de aceptar la perspectiva del jefe de Estado. Ya se tomó la decisión política, y al ministro de Economía le quedan dos posibles alternativas: renuncia al cargo o se queda.

Guzmán no tiene previsto abandonar su despacho.

Ya lo sabe el Presidente.