Si se confirman las encuestas que maneja la clase política, y no hay un cisne negro (cajón de Herminio en términos históricos), Alberto Fernández seré elegido presidente a fines de octubre. Desde ese momento, iniciará una transición al poder que aún no se conoce ni su formato ni sus protagonistas. Todo estará en manos de la decisión política que asuman Fernández y Mauricio Macri.

Pero al margen de la disputa presidencial, hay una batalla electoral clave vinculada a la Capital Federal. Aún es posible que haya balotaje en el distrito porteño entre Horacio Rodríguez Larreta y Matias Lammens, el único candidato que Alberto designó por voluntad propia. Si hay segunda vuelta, con Fernández en situación de presidente electo, la tensión política se concentrará en el único distrito que le quedará al Frente de Todos para coronar una victoria histórica.

En este contexto, si hubiera balotaje, Larreta enfrentará un escenario electoral complejo. Estará solo frente a un peronismo triunfante que aspirará a vencer al último líder de Juntos por el Cambio que habrá quedado en pie. Con un agravante político: es el distrito del presidente electo, en medio de la transición hacia el poder que concluirá en diciembre.

Rodríguez Larreta cree que vencerá a Lammens, que la ola del Frente de Todos lo escorará, pero que en definitiva su gestión se impondrá por encima de la gestión económica de Cambiemos. Por lo pronto, hace campaña en soledad y aparece lo justo y necesario en los actos que la Casa Rosada organiza para lograr la reelección de Macri.