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Notas

La Copa Mundial de Futbol lograda en Qatar exhibió la fragilidad política de Alberto Fernández. El presidente quería recibir a Lionel Messi y sus compañeros de la Selección Nacional en la Casa Rosada, pero chocó con la negativa del «Chiqui» Tapia -titular de la AFA- y la resistencia de la mayoría de los jugadores.

Tapia bajó el pulgar por razones personales. Y Messi deseaba iniciar sus vacaciones: no le interesa el juego político, y optó por viajar a Santa Fe. El resto del plantel osciló entre el rechazo a visitar Balcarce 50 y seguir la posición del Capitán de la Argentina.

La llave del festejo en el Balcón de Evita estaba en el bolsillo de Tapia. Alberto Fernández intentó remover al exyerno de Hugo Moyano en la AFA para asumir su control a través de un alfil propio. Sin embargo, el golpe palaciego fracasó, la selección fue campeona en Doha y «El Chiqui» sabe que se come frío.

Tapia no hizo nada para convencer a los jugadores, y esa actitud desnudó al jefe de Estado. Ya se había acondicionado a la Casa Rosada para recibir a los campeones, y se había inducido un recorrido de la caravana para coronar la fiesta en la Plaza de Mayo.

Pero el caos en la organización y la debilidad del Gobierno terminó con la expectativa presidencial.

Alberto Fernández se quedó en Olivos. Siguió los festejos por televisión.