La presión política de Donald Trump sobre Israel y los países árabes que representan al grupo terrorista Hamas logró una frágil tregua en Gaza.
Este cese del fuego se apoya una agenda diplomática de 20 puntos que inició con la libertad de los 20 rehenes judíos que están vivos, la compleja entrega de 28 cadáveres de secuestrados que asesinó Hamas, la liberación de casi dos mil presos palestinos involucrados en ataques fundamentalistas contra Israel y el repliegue de las tropas enviados por Benjamín Netanyahu a La Franja.
Hacia adelante hay dos aspectos del acuerdo de paz que pueden afectar su continuidad: la dilación de Hamas para entregar los 28 cuerpos de los judíos ejecutados, y la reticencia a entregar el armamento que esconde la organización terrorista en Gaza.
Trump se apoya en Qatar, Egipto y Turquía para que Hamas no implosione el cede del fuego, mientras que utiliza su relación personal y política con el premier israelí para evitar que retome los ataques sobre Gaza ante las sistemáticas dilaciones de la organización financiada por Irán.
Se trata de una gestión política complicada, en un escenario atravesado por la desconfianza y la tragedia que se inició cuando Hamas cruzó a Israel y ejecutó una masacre sin antecedentes en la historia moderna de Medio Oriente.


