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Crónica de una gira por Bruselas y Berlín

Crónica de una gira por Bruselas y Berlín

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Día 1 (Domingo 3 de julio, Bruselas)

A diferencia de la mayoría de los ingleses que decidieron ejecutar el Brexit, Mauricio Macri viajó a Bruselas para profundizar la relación institucional con la Unión Europea, un bloque geopolítico que une a 27 países y significa un mercado gigantesco para la Argentina y su necesidad de crecer, generar empleo e insertarse en un mundo ya globalizado. No es una tarea sencilla ante los problemas coyunturales que soporta la UE y la tensión interna de sus propios socios, pero el Presidente se ha jurado firmar un acuerdo que vincule al Mercosur con Europa.

La pretensión diplomática de Macri enfrenta una serie de escollos que escapan a la capacidad de negociación de la Argentina. Un acuerdo Mercosur-UE puede significar un fuerte dolor de cabeza para el presidente francés Francois Hollande, que recibió a su colega argentino con toda la pompa en el Palacio Elíseo. A los productores agropecuarios de Francia no les gusta que ingresen los productos argentinos y si Hollande acepta levantar barreras aduaneras, su carrera política puede convertirse en historia.

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“Todos sabemos que la parte agrícola para Francia es un tema delicado. Pero también hay grandes oportunidades justamente para ese sector en Brasil, en Uruguay, en Paraguay. Así que, si ponemos buena voluntad entre todos, vamos a encontrar una vía para que, en unos años, estemos realmente integrados”, aseguró Macri cuando se le preguntó sobre su encuentro con Hollande.

Al margen de Francia y su situación interna, Macri considera que hay suficiente base institucional para empujar un acuerdo que ayudaría a la integración de Argentina con el mundo. En este sentido, el Presidente se reunirá hoy con Federica Mogherini, Alta Representante de la Unión Europea, y con Donald Tusk, responsable del Consejo Europeo, que preparó un almuerzo en su honor. Si Macri, Mogherini y Tusk lograr hallar un cuadrante común, el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea será un acontecimiento inédito en la historia de América Latina y Europa.

De todas maneras, y al margen de la voluntad política, el camino no será fácil. Hay que resolver la ecuación agropecuaria, que aún es inexpugnable, y se debe contemplar los pasos de integración previstos por la propia legislación de la Unión Europea y el Mercosur. Con un milagro geopolítico de por medio, Macri, Tusk y Mogherini podrán agradecer que la alianza UE-Mercosur sea realidad a fines de 2019.

Día 2  (lunes 4 de julio, Bruselas)

A las 1130 en punto, hora de Bélgica, Mauricio Macri ingresó en el opulento edificio de la Comisión Europea para relanzar las relaciones diplomáticas entre la UE y Argentina, tras cinco años de virtual congelamiento entre ese bloque de 27 naciones de Europa y nuestro país. Macri se reunió con Federica Mogherini, canciller de la Unión Europea, y luego cruzó una calle para almorzar Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, exhibiendo así su voluntad política de remontar una estrategia política de Cristina Fernández que virtualmente había suspendido los contactos diplomáticos y comerciales con Europa.

Cuando terminó la reunión bilateral, Mogherini y la canciller Susana Malcorra explicaron a los medios internacionales qué acuerdos se habían firmado minutos antes entre Argentina y la Unión Europea. En este contexto, la ministra de Relaciones Exteriores de la UE resaltó la decisión de Macri de acercar posiciones y adelantó que habrá una política común en inmigración y las misiones de paz alrededor del mundo, además del acuerdo marco entre UE y el Mercosur.

“Hay un relanzamiento de la relación bilateral. Hubo un trabajo duro y conjunto en los últimos seis meses. Hacía veinte años que no llegaba un presidente argentino a la Unión Europea”, recordó Mogherini para exhibir su satisfacción ante el avance de las negociaciones. “Macri es un jugador clave y ha exhibido liderazgo”, elogió la canciller de la UE al presidente.

Y confirmó la magnitud de las negociaciones bilaterales al adelantar que se abrirán para el país ciertas líneas de crédito del Banco Europeo de Inversiones, que virtualmente estaban suspendidas desde 2009. “Tenemos la intención de restablecer plenamente las actividades del banco en la Argentina”, adelantó.

A su turno, la ministra Malcorra agradeció el apoyo de Mogherini y enfatizó que la delegación argentina estaba integrada por los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Misiones, Hugo Passalacqua, que pertenecen a la oposición. “Es una decisión de Estado, que estén con nosotros”, explicó la canciller argentina.

Frente a las explicaciones de su colega de la UE, Malcorra aprovechó la oportunidad para precisar los alcances de los acuerdos bilaterales que había suscripto minutos antes. En este sentido, hizo alusión a las exportaciones de biodiesel –que están trabadas— y a la necesidad de avanzar sobre la firma definitiva de un acuerdo entre la UE y el Mercosur.

Malcorra y Mogherini exhibieron su empatía común y ratificaron que la decisión de la Comisión Europea y de Argentina es avanzar en un camino diplomático que Cristina bloqueó durante años. “Fue un trabajo duro de seis meses, y nuestra intención es continuarlo”, cerró Malcorra antes de salir corriendo a su próximo encuentro.

Macri la esperaba enfrente, para almorzar con Tusk, presidente del Consejo Europeo. Un funcionario poderoso, de origen polaco, que no le atrae mucho que el Mercosur tenga intenciones de colocar una parte de su producción agropecuaria en la UE. Hasta ahora, ganó la pulseada.

Macri se va de Bruselas, rumbo a Berlín (4 de julio, por la tarde)

Para la diplomacia multilateral de Bruselas, Mauricio Macri es la apuesta institucional para lograr una relación inédita entre la Unión Europea, el Mercosur y la Argentina. El Presidente ha logrado un nivel de seducción tan importante en la UE, que sólo las consecuencias políticas del Brexit y la presión de Francia e Irlanda pueden atenazar una probable relación internacional que está en condiciones de transformar al país en un socio privilegiado de Europa.

En este sentido, para apuntalar las negociaciones, Macri confirmó que Venezuela aceptaría renunciar a su turno como Presidente Pro Tempore del Mercosur como un gesto a la Unión Europea, que sugería demorar las conversaciones hasta que Nicolás Maduro concluyera a fin de año esta compleja tarea diplomática. Maduro tiene una imagen pésima en Europa y ahora avala determinados gestos diplomáticos para evitar que su gobierno pase a la historia.

Ese gesto de Venezuela, que las máximas autoridades de la UE ya saben, permitiría darle mayor viabilidad a una relación diplomática que es clave para la inserción mundial de la Argentina y el Mercosur. Aún falta resolver si continúa Uruguay por un período más –su presidencia vence en una semana–, o si es trasmitida a la Argentina, confirmando así el liderazgo regional que está asumiendo Macri.

Consultada Susana Malcorra, antes de viajar al Aeropuerto de Bruselas, prefirió sellar sus labios. Ubicada en la combi oficial, sin tiempo para abrir la ventanilla, sonrió con picardía antes de perderse en el tránsito de la avenida Louise, una vía recorrida por el metro y la línea 60 que une ese barrio antiguo con la Comisión Europea.

“Estoy sorprendido del trato que me dieron. No me lo esperaba”, comentó Macri a este enviado antes de embarcar rumbo a Berlín, donde tiene previsto mantener una reunión a solas con Ángela Merkel.

–¿Cómo justifica esa sensación?–, preguntó El Cronista.

–Porque nos escuchan con atención y porque están dando los pasos necesarios para avanzar en un acuerdo con Argentina y el Mercosur.

La predisposición de Macri contrasta con la presión inversa que está ejerciendo Francia e Irlanda respecto a la posibilidad de un incremento de las exportaciones agropecuarias del Cono Sur a la Unión Europea. El Presidente reconoció estas presiones durante una conferencia de prensa en la sede de la embajada argentina en Bruselas, pero también se mostró optimista en la búsqueda de una opción que beneficie a ambas partes.

Como lo había hecho Susana Malcorra horas antes, Macri insistió con la presencia de los gobernadores de Córdoba y Misiones en la delegación oficial. Aún más, en la rueda con los periodistas extranjeros y los enviados nacionales, el presidente apareció en medio de Juan Schiaretti y Hugo Passalacqua, quienes agradecieron la invitación y respaldaron la agenda internacional que propone Macri.

–¿El Brexit ayuda la reivindicación de la soberanía argentina en Malvinas?–, interrogó un periodista de la agencia Reuters.

–Brexit sí o Brexit no, el reclamo nuestro no va a cambiar nunca. Se sostiene en el tiempo y estamos esperando que algún día podamos sentarnos alrededor de una mesa para poder dialogar en profundidad del tema. Con el próximo primer ministro inglés encontremos el espacio para empezar a tener esas conversaciones, que llevarán años, pero lo importante es que comencemos–, contestó Macri.

Cuando la reunión con los periodistas languidecía, se le preguntó sobre Cristina Fernández y su presunta persecución judicial. Macri respondió con una mezcla de ironía y cautela. “Acá no sintonizamos C5N, así que no lo vimos. Hay mucha tarea por hacer, es cierto que el punto partida ha sido muy difícil, pero nuestro futuro va a ser cada vez mejor y prefiero seguir ocupándome del futuro, no de cosas que tengan que ver con el pasado”.

Después, Macri saludó a los periodistas y partió raudo al aeropuerto de Zaventem para abordar su vuelo privado que lo dejó en Berlín. Hoy se encuentra con Merkel y su gabinete, una reunión clave para profundizar la relación diplomática con Alemania y negociar el apoyo de este país para lograr que se concrete –antes de fin de año—la propuesta final que una al Mercosur con la Unión Europea.

Merkel está predispuesta y tiene muy buena relación con Macri. Pero la Dama de Hierro no tiene el control de todas las variables políticas y sociales que operan sobre la Unión Europea. Es un momento de transición y los eventuales acuerdos de la UE con Argentina y el Mercosur aún no son prioridad en la agenda de las potencias de Europa.

Día 4 (5 de julio, Berlín)

Dados de atún rojo empanados en sésamo, pato con guarnición y frutos rojos de postre, sirvió el protocolo de la Cancillería alemana para recibir a Mauricio Macri y su comitiva. La charla fluyó sin inconvenientes porque cada uno de los comensales tenía un micrófono al lado del plato y un audífono en el oído que recibía una traducción al instante de las conversaciones que protagonizaron Ángela Merkel y Macri. Fue un diálogo distendido que sirvió para confirmar que Alemania eligió a la Argentina para actuar como líder del Cono Sur en la relación política con la Unión Europea.

“Que necesitan”, inició Merkel el almuerzo cuando los catorce comensales ya se habían sentado frente a su respectivo cartelito. La canciller alemana elogió la decisión de Macri de acordar con los holdouts, entendió las consecuencias sociales y económicas del ajuste tarifario y consideró indispensable que se profundicen las relaciones comerciales entre la UE y el Mercosur. Macri argumentó que su programa político se basa en el libre comercio, describió la situación institucional en América Latina y ratificó que su objetivo estratégico consiste en acercar la región a Europa. El Presidente pretende usar a su favor la complejidad de la crisis que azota a la Unión Europea –Brexit, terrorismo, refugiados, cambio climático—y quiere ubicarse como el líder de una nueva etapa geopolítica en el Mercosur.

En este sentido, Macri asume las actuales dificultades de la UE y ya comprendió que ese bloque de 27 países busca evitar que China y Rusia se transformen en los principales jugadores de América Latina, como sucedió cuando Cristina Kirchner, Hugo Chávez y Evo Morales trataron de imponer su discurso único. Fue en ese momento que Pekín y Moscú profundizaron su influencia en América Latina y la Unión Europea se transformó en un bloque económico fantasma que era rechazado por el encuadramiento populista que ejecutaban Argentina, Venezuela y Bolivia.   El Presidente olfateó su oportunidad histórica, pero también debe enfrentar a los propios demonios regionales. Brasil está en perpetua crisis institucional, Venezuela es una bomba de tiempo y la Argentina aún aguarda su resurgimiento económico tras un ajuste que paralizó la economía y aumentó el desempleo formal e informal.

Por eso, Macri sostiene que su principal palanca en Europa es su voluntad de restablecer el diálogo y aparece cauto cuando se le preguntan sobre los tiempos de un posible acuerdo entre la UE y el Mercosur. “Hemos hecho un intercambio de ofertas. Son muy sencillas, pero es un avance formidable frente a lo que había con anterioridad”, explicó entre plato y plato. Y aprovechó la presencia de los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Misiones, Hugo Passalacqua, para ratificar su decisión de incluir a todas las fuerzas políticas en su gestión de gobierno. Schiaretti y Passalacqua ratificaron los comentarios del Presidente y el gobernador de Misiones avanzó un paso más: invitó a Merkel a visitar las Cataratas del Iguazú y aseguró que la integración del oficialismo y la oposición ya es una razón de Estado. Merkel, según reveló uno de los comensales, sonrió sorprendida. Al concluir el almuerzo, la Canciller y el Presidente hablaron de futbol.

Merkel se mostró preocupada por el próximo partido de Alemania contra Francia por la Eurocopa, y Macri se mostró entusiasmado por las posibilidades de la selección nacional en el próximo mundial que se hará en Moscú. Después bajaron a la conferencia de prensa, adonde ambos mandatarios ratificaron su predisposición a trabajar en conjunto y a profundizar una relación diplomática que nadie esperaba siete meses atrás.

Precisamente sobre esa relación bilateral, Macri hizo una exposición en la Fundación Konrad-Adenauer, un centro de estudios que apoyó al Presidente cuando aún no soñaba con llegar a la Casa Rosada. Frente al edificio de la Fundación, como una patrulla perdida, quince militantes K gritaban a voz en cuello: “Panamá, la plata adonde está”. Sin inmutarse, el Presidente ingresó al auditorio, saludó a sus amigos y se alistó para hacer una presentación de veinte minutos,  antes de contestar las preguntas de la audiencia.

Tras ser introducido por el titular de la Fundación, Macri describió su proyecto de gobierno y planteó en público ciertas definiciones que había compartido con Merkel en privado. El jefe de Estado se mostró muy crítico con Venezuela –cuestionó la crisis económico y la asfixia que sufre la oposición—y exhibió su voluntad de acotar el margen de maniobra de China en la región.

Es la primera vez que Macri se muestra públicamente inclinado en recortar las ambiciones de Pekín en el Mercosur y fue también la primera vez que propuso que la UE ejecute una estrategia de balance de poder para compensar la voracidad que exhiben China y Rusia. Este comentario –sin ninguna duda– es el resultado directo de las conversaciones reservadas que el Presidente mantuvo en Bruselas y en Berlín.

Si Macri pretende liderar la articulación política entre el Mercosur y la UE, debe reducir los niveles de influencia económica que pretenden ejercer Xi Jinping y Vladimir Putin. Es una sugerencia implícita que ha escuchado como una letanía en Bélgica y Alemania, durante las últimas setenta horas.

Cuando terminó su exposición, Macri regresó a su táctica de utilizar el fútbol para completar la seducción del selecto auditorio. “Me parece bien que ustedes ganen la Eurocopa, y que nosotros con Messi salgamos campeones en Rusia”, dijo ante las carcajadas de los trescientos invitados especiales que llegaron a la sede de la Fundación Konrad Adenauer.

Macri aún no sabía que el Tata Martino había renunciado a la selección nacional, harto del manoseo de la AFA. Al presidente –secreto de Estado– le gusta el Cholo Simeone.

*Todas las notas fueron publicadas en El Cronista.