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El Papa ausente

El Papa ausente

Notas

Cuando Barack Obama y Ángela Merkel protagonizaban la agenda global, Francisco jugó un papel crucial para ejecutar movimientos diplomáticos que necesitaban un tercero ecuménico, sagaz y bien intencionado. El Papa fue clave para descongelar las relaciones exteriores entre Estados Unidos y Cuba, evitar una nueva tragedia en Siria y proteger a los miles de refugiados que llegaban desde Libia a las costas de Italia. En esa época, al principio de su papado, Francisco brillaba con luz propia y entusiasmaba a la sociedad civil y al poder real.

El Papa en Suecia. 31 de octubre de 2016

El equilibrio político de Francisco, al servicio del orden global diseñado por Obama y Merkel, estuvo al margen de la compleja situación doméstica que Mauricio Macri heredó de Cristina Fernández. Y la lejanía se perfeccionó cuando Macri aceptó un plan económico gradualista que desembocó en un programa de ajuste redactado en Washington por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Francisco no quiere a Macri y ese sentimiento personal y político se profundizó cuando los distintos sectores peronistas entendieron que podían regresar al gobierno en el balotaje 2019.

El Papa es funcional a ese objetivo político que empujan Sergio Massa, Roberto Lavagna y CFK. Y no le importa si hay feligreses que apoyan a Macri, y menos todavía si eso implica «blanquear» ciertos dirigentes justicialistas que contradicen sus escritos y discursos sobre la ética, la corrupción y el deber ser. Francisco no volverá a la Argentina hasta que Macri deje la Casa Rosada. Ya lo decidió y no dará marcha atrás.

Francisco y Macri. Recelo mutuo y distinta mirada sobre el poder y la política

La posición del Papa es paradójica: aún piensa que Nicolás Maduro es una solución de coyuntura para Venezuela, cree que no se equivocó en su estrategia para terminar con la pedofilia en la Iglesia y considera que Cristina puede ser una alternativa frente a Macri y su plan de ajuste.

Francisco juega sus cartas en silencio y protegido por los muros de Santa Marta. Ya votó. Y esa decisión lo aleja del país, adonde millones de argentinos –católicos o no– aguardan todavía su llegada histórica. Todos los Papas visitaron su tierra natal alguna vez –Juan Pablo II o Benedicto XVI–, pero por ahora no será el caso de Francisco. Otra mala elección.

Francisco en la Plaza de San Pedro, Roma, 18 de diciembre de 2016