(Desde Washington) Barack Obama concluye su carrera presidencial demostrando su protagonismo histórico frente a Donald Trump, que aguardaba una reunión desangelada en el Salón Oval y terminó asegurando a los periodistas que espera los consejos de su principal adversario político. Obama privilegió al sistema democrático por encima de sus diferencias personales e ideológicas con Trump, pero aún no ha reconocido su principal error político en ocho años como presidente de los Estados Unidos: deja a la Casa Blanca en manos de un empresario advenedizo que se mueve con una ambición de poder que pone en peligro a la ética democrática del siglo XXI.
Obama enderezó un país desquiciado por las dos administraciones de George Bush y propuso un rol novedoso para los Estados Unidos, alejado de su conocida intención de manejar al planeta y decidir cómo debería ser la agenda mundial acorde a sus intereses permanentes. Pero fracasó en su programa económico, porque no pudo integrar al sistema a los millones de norteamericanos que perdieron sus empleos por la globalización económica. Precisamente, esos norteamericanos sin rumbo ni sueños propios, fueron la clave del triunfo electoral de Trump.
![Trump ganó por el voto blanco, con escasa educación y pocos ingresos.](https://leviathan.com.ar/wp-content/uploads/2016/11/obay-tr.jpg)
El presidente demócrata privilegió su relación de poder con las empresas vinculadas a la tecnología y se inclinó por exhibir como modelo de país a la educación que se ofrece en las universidades de la Ivy League (Harvard, Yale, Columbia). Y esa decisión enfrentó a los dos partes de los Estados Unidos en una nueva versión del Choque de Civilizaciones: minorías integradas, jóvenes, con educación superior, versus, una mayoría en caída libre, blanca, desempleada y con poca cultura.
Obama no pudo resolver esta fractura, Trump encontró la oportunidad, y ahora ocupará la Casa Blanca.
![Trump y Obama en el Salón Oval, 10 de noviembre de 2016.](https://leviathan.com.ar/wp-content/uploads/2016/11/oby-tr.png)
La ausencia de respuesta a ese conflicto social, derivó en otro error político: la elección de Hillary Clinton, que exacerbó el Choque de Civilizaciones. Clinton pertenece al pasado de los Estados Unidos, tiene una imagen opaca y jamás respondió a las aspiraciones de los americanos blancos, desocupados y con mínima educación universitaria. Además, la excandidata demócrata tampoco sedujo a los votantes de Bernie Sanders, ni a la mayoría silenciosa que acompañó a Obama en los comicios de 2008 y 2012. La tormenta perfecta.
Obama es un presidente moderno que deja un legado respecto a Estados Unidos y el siglo XXI. Pero también es responsable del desembarco de Trump en la Casa Blanca. No encontró la manera de potenciar a un candidato propio y no tuvo otra alternativa que ceder ante la prepotencia política de Hillary. Ahora, al final de este capitulo en la historia americana, ya se observan algunos restos del naufragio: se terminaron las dinastías Bush y Clinton, el partido demócrata aún no tiene nuevo líder y Trump es un peligroso misterio por su falta de conocimiento y su voracidad personal.
Se acerca una época compleja, protagonizada por un personaje que fluctuará entre las presiones del establishment y las demandas de su base social. Trump no puede conciliar las dos ideas en pugna: son proyectos antagónicos, de imposible convivencia en un mismo momento histórico.
La pelea será a muerte. Y su impacto global.