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Error político de Obama

Error político de Obama

Notas

(Desde Washington) Barack Obama concluye su carrera presidencial demostrando su protagonismo histórico frente a Donald Trump, que aguardaba una reunión desangelada en el Salón Oval y terminó asegurando a los periodistas que espera los consejos de su principal adversario político. Obama privilegió al sistema democrático por encima de sus diferencias personales e ideológicas con Trump, pero aún no ha reconocido su principal error político en ocho años como presidente de los Estados Unidos: deja a la Casa Blanca en manos de un empresario advenedizo que se mueve con una ambición de poder que pone en peligro a la ética democrática del siglo XXI.

Obama enderezó un país desquiciado por las dos administraciones de George Bush y propuso un rol novedoso para los Estados Unidos, alejado de su conocida intención de manejar al planeta y decidir cómo debería ser la agenda mundial acorde a sus intereses permanentes. Pero fracasó en su programa económico, porque no pudo integrar al sistema a los millones de norteamericanos que perdieron sus empleos por la globalización económica. Precisamente, esos norteamericanos sin rumbo ni sueños propios, fueron la clave del triunfo electoral de Trump.

Trump ganó por el voto blanco, con escasa educación y pocos ingresos.
Trump ganó por el voto blanco, con escasa educación y pocos ingresos.

El presidente demócrata privilegió su relación de poder con las empresas vinculadas a la tecnología y se inclinó por exhibir como modelo de país a la educación que se ofrece en las universidades de la Ivy League (Harvard, Yale, Columbia). Y esa decisión enfrentó a los dos partes de los Estados Unidos en una nueva versión del Choque de Civilizaciones: minorías integradas, jóvenes, con educación superior, versus, una mayoría en caída libre, blanca, desempleada y con poca cultura.

Obama no pudo resolver esta fractura, Trump encontró la oportunidad, y ahora ocupará la Casa Blanca.

Trump y Obama en el Salón Oval, 10 de noviembre de 2016.
Trump y Obama en el Salón Oval, 10 de noviembre de 2016.

La ausencia de respuesta a ese conflicto social, derivó en otro error político: la elección de Hillary Clinton, que exacerbó el Choque de Civilizaciones. Clinton pertenece al pasado de los Estados Unidos, tiene una imagen opaca y jamás respondió a las aspiraciones de los americanos blancos, desocupados y con mínima educación universitaria. Además, la excandidata demócrata tampoco sedujo a los votantes de Bernie Sanders, ni a la mayoría silenciosa que acompañó a Obama en los comicios de 2008 y 2012. La tormenta perfecta.

Obama es un presidente moderno que deja un legado respecto a Estados Unidos y el siglo XXI. Pero también es responsable del desembarco de Trump en la Casa Blanca. No encontró la manera de potenciar a un candidato propio y no tuvo otra alternativa que ceder ante la prepotencia política de Hillary. Ahora, al final de este capitulo en la historia americana, ya se observan algunos restos del naufragio: se terminaron las dinastías Bush y Clinton, el partido demócrata aún no tiene nuevo líder y Trump es un peligroso misterio por su falta de conocimiento y su voracidad personal.

Se acerca una época compleja, protagonizada por un personaje que fluctuará entre las presiones del establishment y las demandas de su base social. Trump no puede conciliar las dos ideas en pugna: son proyectos antagónicos, de imposible convivencia en un mismo momento histórico.

La pelea será a muerte. Y su impacto global.