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Francia en el punto de mira del terror

Francia en el punto de mira del terror

Lecturas

Por José Ignacio Torreblanca

El brutal atentado de esta noche pasada vuelve a poner de manifiesto que si hay un país que esté en el punto de mira del terrorismo yihadista se trata de Francia. El atentado cometido en Niza, mientras miles de familias celebraban en la calle la fiesta nacional, puede responder, es todavía pronto para saberlo, tanto a la operación de un comando formando por uno o varios individuos retornados de la guerra en Siria, donde hay un número importante de ciudadanos franceses combatiendo, como a la acción de un lobo solitario inspirado por la doctrina yihadista diseminada en Internet.

El modus operandi de este atentado —un camión lanzado contra la multitud— nos retrotrae, a falta de confirmar la existencia de armas de fuego, a algunos de los llamamientos vistos en los videos que las productoras del califato —Estado islámico— difunden en Internet, en los que llaman a todos los franceses de origen musulmán a atentar contra franceses con cualquier arma a su disposición, desde cuchillos hasta vehículos, como ha sido ahora el caso. Una vez más, la ideología fanática del Estado islámico lleva a la comisión de atentados indiscriminados contra “objetivos blandos”, es decir, desarmados, con el fin de provocar el máximo impacto.

No puede haber un contraste más grande entre una sociedad como la francesa, rota internamente por el auge del populismo del Frente Nacional de Marine Le Pen, los conflictos laborales y las amargas pugnas políticas tanto dentro de la izquierda como de la derecha, y la seriedad del desafío terrorista que enfrenta. Este ensañamiento del yihadismo con Francia tiene que ver con el legado exterior de Francia —potencia colonial en toda la región, desde Marruecos hasta Siria— pero también con los problemas de integración de la minoría musulmana y la condición del país como emblema del laicismo y los valores republicanos.

Pero más allá de esto, por muchos que sean los problemas que atenazan a la sociedad francesa, y por muy trágico que sea este atentado, su descarnada brutalidad y sinrazón pone de manifiesto que el Estado islámico carece de la más mínima capacidad de imponer su terror en nuestras sociedades. Este tipo de atentados prueban la desesperación y fanatismo de unos individuos cuya única ideología es la muerte y el terror, pero que en modo alguno van a lograr cambiar nuestra forma de vida. El 14 de julio de 2016 será recordado, con toda razón, como un día trágico. Pero en los días siguientes, una vez guardado el duelo correspondiente, Francia seguirá siendo Francia. Los fanáticos pueden hacer mucho daño, pero no van a derrotar a nuestras democracias.

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*Publicado en El País de Madrid.