Irán está acusado de haber participado en el ataque terrorista a la AMIA y dedica una cuota importante de sus recursos para sostener las actividades terroristas de Hezbollah, que actúa en Medio Oriente y tiene una base de operaciones en la Triple Frontera.
En este contexto, un avión venezolano tripulado por cinco iraníes no es más que un acto preparatorio de un ataque terrorista en América Latina. La compañía Emtrasur responde a las órdenes de Nicolás Maduro, y el dictador venezolano visitó Teherán hace unos días para cerrar acuerdos secretos con las máximas autoridades del régimen fundamentalista iraní.
El avión está en una lista negra de la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos (elaborada por la OFAC) y el piloto Gholamreza Ghasemi está acusado de integrar las Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán y Hezbollah.
Ghasemi fue retenido en un hotelito de Canning y el Gobierno asegura que no hay pruebas para confirmar que es un presunto terrorista y sostiene que llegó a Buenos Aires entrenando a los tripulantes venezolanos que embarcaron en Caracas y fueron hasta México para traer repuestos de automóviles.
El Gobierno está equivocado.
Hay un sólo Ghasemi que integra las Fuerza Quds, acusadas de apoyar los actos de terrorismo que ejecuta Hezbollah en Medio Oriente.
Ya llegará la información desde Washington para despejar las dudas.