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Fugar hacia adelante

Fugar hacia adelante

Notas

Cristina Fernández atomizó al movimiento obrero, escondió los índices de pobreza, aumentó el desempleo y limitó las paritarias. Puso a Antonio Caló al frente de la CGT oficial, ungió a Hugo Yasky en la CTA oficialista y persiguió a los gremios que se quedaron en la CGT de Hugo Moyano y en la CTA de Pablo Micheli, dos centrales gremiales que enfrentaron al desvarío económico de Axel Kicillof y Guillermo Moreno.

Antes de quebrar al movimiento obrero, CFK permitía que Moyano sumara poder desde su gremio de camioneros, digitaba quien recibía fondos públicos y cerraba los caminos legales a la CTA, que en épocas de Néstor era la única central que se oponía al discurso hegemónico del kirchnerismo. En este escenario habría que sumar a Luis Barrionuevo, con su CGT celeste y blanca, pero se sabe que el exfuncionario de Menem sólo persigue un interés personal que siempre disfraza de interés colectivo.

Tras el acto masivo de las cuatro centrales –Barrionuevo volvió a cruzar y ahora coquetea con Cambiemos–, la expresidente apareció en una comunicación telefónica exhibiendo su alegría por la movilización de las dos CGT y las dos CTA, que ella convalidó para manejar y manipular las exigencias sociales y la realidad económica gatillada por sus funcionarios KIcillof y Moreno. A continuación, lo que dijo CFK a sus militantes que estaban en el teatro Roma de Avellaneda:

Se la escuchaba bien a Cristina, desde sus oficinas en el Instituto Patria. Pero todo es una simulación: ex integrantes de la SIDE intentan evitar que Lázaro Báez confiese, el juez federal Julio Ercolini ya trabaja en la causa Hotesur y su colega Claudio Bonadio tiene suficiente evidencia para procesarla en la causa de la venta de dólar futuro.

En las próximas semanas, CFK tendrá una agenda compleja y exhaustiva en Comodoro Py, donde podrá encontrarse con sus ex socios, ministros y secretarios, que también serán convocados a explicar cómo manejaron los fondos públicos y cómo se incrementó su fortuna personal.

Cuando Carlos Menem terminó su mandato presidencial, Alberto Kohan montó unas oficinas para que el expresidente pudiera atender a los militantes, a sus amigos y a los periodistas. Es la misma idea que aplicó Carlos Zannini para montar el Instituto Patria, un centro de operaciones políticas puesto a disposición de Cristina.

Menem usó poco la inversión de Kohan: fue preso por el tráfico de armas, y nunca más regresó.