Francisco siempre pensó en la continuación de su obra en la Iglesia Católica y ungió a cardenales que compartían su mirada sobre la religión, la sociedad y el mundo. No fue una construcción intelectual, o un dogma de fe: planificó un cónclave que cerrará las puertas al pasado y definiera un sucesor con la mirada puesta en el siglo XXI.
Tras una sucesión de votaciones secretas, el Cónclave designó a Robert Prevost. Se trata de un cardenal nacido en Chicago, muy cercano a Francisco y perteneciente a la orden de los Agustinos.
Ahora, Prevost es León XIV.
Tiene una relación fría con Donald Trump, ya que cuestiona su política migratoria. Conoce a América Latina -es ciudadano peruano- y su perspectiva de Medio Oriente lo aleja de Francisco: León XIV es más equidistante respecto a Israel frente a Gaza.
Cuando salió a la Plaza de San Pedro, León XIV mencionó varias veces la palabra «puentes». Ese será el concepto básico de su papado. Unir a la sociedad global, lograr la paz en Ucrania y Gaza, y preservar la obra Francisco.