Las elecciones legislativas en Venezuela pueden complicar la política exterior de Alberto Fernández. Nicolás Maduro aprovechará los comicios del 6 de diciembre para desplazar a Juan Guaidó del Parlamento venezolano y terminar -de hecho- con la principal coalición opositora que enfrenta al régimen populista.

Alberto Fernández no soporta a Maduro y sostiene que el bloqueo económico y financiero ordenado por Estados Unidos complica la transición democrática en Venezuela y afecta -aún más- la crisis institucional que soporta la sociedad venezolana. El Presidente considera que la administración populista ejecuta un plan sistemático de violaciones a los derechos humanos, pero aún no sabe qué posición adoptará ante las irregularidades que cometerá Maduro para ganar las elecciones y terminar con el mandato legislativo de Guaidó.

Si Alberto Fernández condena el probable fraude que hará el régimen populista, los sectores más duros del kirchnerismo iniciarán una guerra de guerrillas para desgastar su imagen presidencial. Y por el contrario, si el jefe de Estado asegura que Maduro no cometió irregularidades, su potencial prestigio internacional quedará enterrado ante los cuestionamientos que explicitaran Estados Unidos, la Unión Europea, el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto, la OEA y los tres socios de Argentina en el Mercosur.

Se trata de una definición complicada: mantener el status quo con Cristina Fernández de Kirchner o criticar unos comicios que no serán transparentes y pueden consolidar el poder político de Maduro