El 18 de julio de 1994, un coche bomba embistió a la AMIA y causó la muerte de 85 personas. Fue un ataque ejecutado por Hezbollah que aún continúa impune. Los presuntos terroristas se refugian en Irán y el Líbano, y la justicia federal de Argentina fracasó en su tarea institucional.

El fiscal federal que más trabajó en la causa fue asesinado a pocos días de denunciar el supuesto encubrimiento de Cristina Fernández de Kirchner, y como sucedió con las víctimas de la AMIA, los asesinos de Alberto Nisman también se mantienen impunes.

En el último homenaje a las víctimas se exigió justicia y se planteó lo básico: que el juzgado que encabeza la investigación tenga un magistrado permanente a cargo: el último se jubiló hace años, y todavía no se nombró a uno con caracter definitivo.

Otra muestra de displicencia del Estado Nacional.

Ya pasaron 29 años del ataque terrorista a la AMIA. Una herida abierta que todavía sangra impune.