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El laberinto de Vidal

El laberinto de Vidal

Notas

María Eugenia Vidal enfrenta un desafío político inédito. La gobernadora de la Provincia de Buenos Aires encontró una administración a la deriva, con un sistema de corrupción aceitado y procaz y un manejo político que recuerda a las épocas de Juan Manuel de Rosas. El sillón que usaba Daniel Scioli era más alto que las sillas dispuestas en la sala de reunión y cuando invitaba a almorzar su aceite de oliva era distinto al que se servía a los invitados. En ciertas oficinas no había conexión de internet, pero abundaban las cajas fuertes. Y en un escritorio que ahora usa Vidal encontraron un resumen de cuenta de la mujer del gobernador Alejandro Armendáriz, que terminó su mandato en diciembre de 1987.

La gobernadora limita sus propios gastos en el Estado y resiste todas las seducciones que despliegan cuando tenes un cargo importante. Hace unos días viajó a Chile, se negó a ocupar un asiento en primera -había pagado turista– y en Santiago hizo la cola para subir al avión como una pasajera más. Ahora viaja a New York y repite el mismo comportamiento: no es un cliché de campaña, aborrece la ostentación y el abuso de poder.

Los gestores de la corrupción bonaerense ya saben sobre la ética política de la gobernadora. Se frenaron las valijas con la coima provincial y hace unos días un informe de inteligencia de la AFI (exSide) ratificaba a Vidal que ya no había tráfico de valijas, pero a su vez alertaba que esas mismas valijas se estaban apilando hasta nueva orden. «Estos tipos son increíbles. Creen que en unos meses vamos a cambiar de opinión. No conocen a María Eugenia», comentaba un funcionario que vive a la sombra de la gobernadora.

–¿Hicieron una purga fuerte en la policía bonaerense?–, preguntó Leviathan.

–Sí. Echamos más de mil. Y seguimos trabajando.

–¿Cómo la encontraron?

–Devastada. Por ejemplo, los reactivos de la policía científica estaban vencidos, no había chalecos antibalas para todos, y los sistemas de adicionales eran un plan de corrupción. Todo era caótico, y lo único importante era mostrar que la policía estaba en la calle.

–¿Y la droga?

–En todos lados. Ahora podemos entrar a las villas, porque antes había una decisión política de no hacerlo. Y lo que te encontrás es terrible. Ya no es sólo Paco. Ahora fabrican hasta pastillas.

villa

La gobernadora sabe que el ajuste económico pegó en los sectores más necesitados. Pero aún no tiene los recursos administrativos para atenuar el hambre y abrir nuevas fuentes de trabajo. La burocracia traba la celeridad en la concesión de obras y los recursos para mejorar la ayuda social aún no es proporcional al hambre que golpea en las capas más necesitadas del conurbano. Tras doce años de Néstor y Cristina Kirchner, si se pretende evitar el clientelismo, no hay Estado para resolver las necesidades básicas insatisfechas.

En cierta forma, la burocracia de la Provincia hace acordar a la película Brazil. Todavía hay un sistema de pago que entrega Patacones, una letra de tesorería que emitió Carlos Ruckauf cuando era gobernador y soñaba con llegar a la Casa Rosada. Como Daniel Scioli, hasta el año pasado.brazil